Copa de cava… cuál elegir?

Llega Sant Joan, la reina de todas las verbenas, conocida como la noche más corta del año.

Esto no es del todo cierto ya que en realidad, es la noche del 21 de junio, que coincide con el solsticio de verano.

Pero sí es la noche que da paso en nuestra mente al ansiado verano.

Hogueras y fiestas se multiplican por doquier en nuestra celebración por dejar atrás el frío y los días oscuros.

Es verdad que este año el calor nos ha avanzado por la izquierda y a toda máquina.

Tanto que estamos deseando poner a enfriar el cava que, como marca la tradición y junto a la coca, nos tomaremos esa noche.

Hoy nos vamos a centrar en el cava, ese vino espumoso que tiene tres uvas blancas como protagonistas: Macabeo, Xarel.lo i Parellada.

Una trilogía que definió y creó este vino espumoso que con los años se conocería como cava.

El cava debe tomarse frío pero no congelado.

En este punto todo el mundo está de acuerdo.

Entre los 6 y los 10ºC, según sea tradicional, menos de 15 meses (entre 6 y 8ºC) o reserva o gran reserva (entre 8 y 10ºC).

La copa en que debe tomarse ya es otro cantar…Sí está claro que la copa de cava debe ser de cristal, fina y elegante.

Y, para los más sibaritas, que debe generar que los aromas y el gas se liberen y permitir un espacio para que la nariz del catador pueda percibirlos.

¿Pero para los más profanos en el tema,  con cuál nos quedamos: la clásica “pompadour” (baja y ancha) o la de “flauta” (alta y estrecha)?

Por si esto no fuera suficiente, últimamente hemos incorporado a esta ecuación las copas de vino blanco (en forma de tulipa).

Sí, habéis leído bien. Y ahora os explicaremos el porqué.

Vamos a analizar tres aspectos a tener en cuenta:

Primero, conservación del gas:

Al servir una copa de este tipo de vino, la gran cantidad de dióxido de carbono que se halla disuelto en el líquido quiere pasar al aire. Gas y Aire se combinan buscando un equilibrio que depende de la superficie de contacto y la temperatura.

A mayor superficie de contacto, mayor es la cantidad de carbónico que pasa al aire y más rápidamente se disipa del vino.

Por ello, copas anchas como la pompadour, conservan durante menos tiempo el gas en relación con las copas flauta -mucho más estrecha y con menor superficie de contacto o

Segundo, efecto en el olfato

Estudios diversos y ensayos con catadores de cava han concluido que la copa que mejor concentra el aroma del cava no es ni la pompadour  ni la de flauta, sino la copa de forma de tulipa.

Finalmente, el último a factor a tener en cuenta es el gusto o sabor.

Partimos de la premisa que los vinos espumosos son muy ácidos, una característica que se ve realzada por el CO2. En este sentido, las copas que tienen dos paredes paralelas -Pompadour más baja y flauta más esbelta-, potencian la sensación ácida de los vinos. Mientras que las copas bulbosas y curvadas, dirigen el vino al centro de la lengua, suavizando la acidez.

Conclusión:

Si tuviéramos que puntuarlas, diríamos que la copa de tulipa gana en todos los  aspectos analizados: una boca estrecha —para facilitar la concentración de aromas y mantener la burbuja— y apertura en la base para permitir al vino expresarse en una mayor área sin perder temperatura.

La copa de flauta también es una buena opción, si bien en cuanto al sabor puede potenciar esa sensación ácida.

Para acabar, dejaremos la llamada pompadour con el contador a cero. Eso sí, para esas pirámides que vemos en las películas de tremendo fiestón, son ideales.

Y a vosotros,  qué copa os gusta más?